A fines de 1814, el Congreso General Constituyente poco a poco fue perdiendo su poder y representatividad[20], y el director supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata[21],
Carlos María de Alvear, acorralado por los reveses políticos y
militares a partir de la insurrección de Córdoba y el litoral que
respondían a José Artigas, fue depuesto de su cargo mediante un
levantamiento armado en su contra. La crisis política desatada en el
bando porteño, hizo que el 17 de abril de 1815, la Asamblea General
Constituyente quedara oficialmente disuelta, quedando provisoriamente en
el cargo del Directorio por elección del cabildo de Buenos Aires, el
rebelde general Ignacio Álvarez Thomas[22].
En este contexto, la Asamblea
del Año XIII no pudo cumplir con sus principales objetivos, dictar una
constitución y declarar la independencia, dejando al desnudo los
problemas heredados del legado colonial.
De esta manera, la disolución
de la Asamblea General Constituyente apagaba la única oportunidad
(junto a la Junta Grande) que tuvieron los pueblos del plata de poder
verse representados legítimamente ante la primera experiencia
constituyente.
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