El 4 de febrero de 1813 la llamada Asamblea del Año XIII, de la cual se
está conmemorando el Bicentenario, declaró libres a todos los esclavos
que en calidad de tales entraran al entonces territorio de las
Provincias Unidas del Río de la Plata.
Ello implicaba en los hechos que se terminaba con el comercio de
esclavos, ya que cualquiera introducido en el país no podría ser vendido
y quedaba automáticamente en libertad.
Esta medida fue adoptada dos días después que el cuerpo declarara la libertad de vientres, es decir que los hijos de esclavos pasaban a ser personas libres y no propiedad de los dueños de sus padres.
Claramente los asambleístas buscaban iniciar un cambio decisivo pero
gradual, ya que los esclavos que eran tales lo seguían siendo hasta su
muerte.
Advirtieron que habían dejado en pie el comercio de esclavos, con lo
cual si bien no iban a nacer más esclavos, iban a poder introducirse
más, neutralizando el propósito del cambio gradual pretendido. Por eso
dos días más tarde ampliaron de esta forma la medida inicial.
Sin embargo, no se trató de un cambio aislado en el mundo. Ya el 25 de
junio de 1807, casi cinco años y medio antes, Gran Bretaña había abolido
también el tráfico de esclavos en todo el territorio del Imperio
Británico y comenzaba a impulsar esta política en el ámbito
internacional.
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